Para iniciar, me gustaría aterrizar lo que significa el término “inmigrante”, palabra que hace un poco de ruido al escucharla, por muchas razones.
Por lo general, la percepción que se tiene de esta palabra (inmigrante) va asociada a contextos negativos. En ocasiones, se le suele otorgar una única definición a este concepto: persona que llega a un país diferente de su lugar de origen para quedarse de manera temporal o definitiva. Algunas veces, se la suele relacionar con una persona indocumentada y sin rumbo, delincuencia, invasión, entre otras.
Sin embargo, el inmigrante es un pez fuera de su pecera. Es todo aquel que escoge salir de su lugar de origen para trasladarse a otro país, región, provincia o estado, donde donde factores como la cultura y las creencias pueden ser diferentes, más allá del espacio físico o territorial.
Actualmente se utiliza más el término migrantes, para hacer referencia a inmigrante y emigrante, debido a que el proceso de migración engloba ambas; es considerada una palabra “neutra” y evita la relación negativa que tienen los dos primeros términos mencionados.
The International Organization for Migration (IOM), se refiere con “migrante” a cualquier persona que se desplaza o se ha desplazado por una frontera internacional o dentro de un país, fuera de su lugar habitual de residencia independientemente de su situación jurídica, con carácter voluntario o involuntario del desplazamiento, las causas del mismo o la duración de su estancia.
En fin, este término realmente es bastante amplio y engloba a todos aquellos que asumen una movilidad geográfica distinta a su lugar de nacimiento.
A ti inmigrante, sea cual sea la causa que te llevó a tomar esa decisión, ya sea por conflictos políticos, búsqueda de una mejor calidad de vida, situación laboral, la necesidad de recibir una educación de calidad, entre otras tantas, la realidad es que es una decisión trascendental en tu vida, que puede traer como consecuencia una sensación agridulce.
¿Por qué agridulce? Te vas con la esperanza de mejoría, pero al llegar te das cuenta que no todo es color de rosa, comenzado a generar una serie de emociones, sentimientos y actitudes que convierten esa sensación de esperanza en algo parecido a cuando te comes una toronja: unas veces amarga, pero la toleras aunque te preguntas “¿qué hago comiendo toronja?”, “¿para qué me la como?”, “¿Por qué la elegí?”.
Agridulce: así sabe el proceso del inmigrante, un sabor que puede ir y venir sobre todo cuando vuelves a tomar contacto con tu país de origen.
Ps. Be light. Be Bright.Be you
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